Dear Friends,
We live in a troubled world. Our national and international politics frighten calm spirits. We fret about our national security. Violence continues to plague our cities. Through it all, Saint Paul exhorts us to always be ready to give a reason for our hope. I remain hopeful. I still believe that good wins. That’s what Easter is about. And we are Easter people.
Six weeks ago, inviting all to celebrate the Triduum, we sent a postcard calling our friends and neighbors to celebrate love’s victory. Portraying a photo of our church doors and the sign above them that declares, “Love not hate. All are welcome,” the card announcing love’s victory arrived in hundreds, maybe thousands of mailboxes. We had big crowds on Easter Sunday. People looking for a reason to hope filled our pews and we sang alleluia to our Risen Lord. We joyfully celebrated love’s victory.
All the while, during these weeks of Easter, the crowds at Mass thinned and more victims of violence (sadly including some of our own community members) suffered in our city. I remain, through it all, hopeful. I hope you do too. Today’s Scriptures give us ways to be hopeful; as does a quote I found this week, written by a humble monastic priest, Father Solanus Casey, who was beatified this month. Let’s start with Blessed Solanus. When we get worried or upset about the world around us or about our own uncertain future, Solanus tells us,
“Worry is a weakness from which very few of us are entirely free. We must be on guard against this most insidious enemy of our peace of soul. Instead, let us foster confidence in God, and thank Him ahead of time for whatever He chooses to send us.”
When we look at all that troubles our world, it would be easy to worry. Blessed Solanus tells us not to worry but to foster confidence in God. When we place our confidence, our real trust in political parties, power, money, or anything else rather than God, we possess false hope. God, omniscient, omnipresent and omnipotent, ever faithful and always provident, deserves our trust, reliance and – as Blessed Solanus reminds us – gratitude.
Jesus tells the disciples as he prepares for his departure that he will not leave them – or us – orphans. This continues a promise made by God to God’s people centuries ago. I think of the words of an eighties church song by Carey Landry, inspired by Isaiah 49. These words help me during challenging times. “I will never forget you my people. I have formed you from the palm of my hands. I will never forget you; I will not leave you orphans. I will never forget my own.” God does not forget us. Jesus guarantees that, by his coming, by his teaching, by his healing and curing, by his suffering and dying, by his rising from the dead, and most especially by his reminding his followers to expect the Holy Spirit.
Jesus said to his disciples, and the words ring true for us today, “And I will ask the Father, and he will give you another Advocate to be with you always, the Spirit of truth, whom the world cannot accept, because it neither sees nor knows him. But you know him, because he remains with you, and will be in you.” Jesus has asked and continues to ask, and the Holy Spirit still comes and is with us always. Rely on the Spirit. Be led by the Spirit. And great things will continue to happen!
Peace,
P.S. We send weekly email updates to our database of email addresses. Many say they don’t receive them. If you’re not, please do 2 things: check your spam box and/or email [email protected]. Also, You have all received by now your raffle tickets. The Pastoral Council hopes that every household will buy at least one ticket. I am buying three. Join me.
Vida en Abundancia
Queridos Amigos,
Vivimos en un mundo turbulento. Nuestra política nacional e internacional asusta a cualquier espíritu tranquilo. Nos preocupamos por nuestra seguridad nacional. La violencia continúa invadiendo nuestras ciudades. Pero aun así, San Pablo nos exhorta a estar siempre dispuestos a dar razón por nuestra esperanza. Yo mantengo la esperanza. Todavía creo que el bien gana. Eso es de lo que se trata la Pascua. Y somos gente de Pascua.
Hace seis semanas, invitamos a todos a celebrar el Triduo, enviamos una postal llamando a nuestros amigos y vecinos a celebrar la victoria del amor. La postal contenía una foto de las puertas de nuestra iglesia y el letrero por encima de ellas que declara: “Amor, no odio. Todos son bienvenidos”, la postal anunciando la victoria del amor llegó a cientos, quizás miles de buzones. Tuvimos grandes multitudes en Domingo de Pascua. La gente que buscaba una razón de esperanza ocuparon nuestras bancas y cantamos aleluya a nuestro Señor Resucitado. Celebramos con alegría la victoria del amor.
Pero durante estas semanas de Pascua las multitudes en la Misa han disminuido y las víctimas de violencia han aumentado (incluyendo, tristemente, algunos de nuestros propios miembros de la comunidad) han sufrido en nuestra ciudad. Yo mantengo la esperanza a pesar de todo. Espero que ustedes también. Las Escrituras de hoy proporcionan maneras de tener esperanza; Como una citación que encontré esta semana, escrita por un humilde sacerdote monástico, el Padre Solanus Casey, quien fue beatificado este mes. Empecemos con el bienaventurado Solanus. Cuando estamos preocupados o trastornados por el mundo que nos rodea o por nuestro propio futuro incierto, Solanus nos dice,
“La preocupación es una debilidad de la cual muy pocos somos totalmente libres. Debemos estar en guardia contra este enemigo insidioso de nuestra paz del alma. En su lugar, fomentemos la confianza en Dios, y le agradecemos por adelantado por todo lo que Él elige enviarnos “.
Cuando observamos todo lo que afecta a nuestro mundo, sería fácil preocuparnos. El bienaventurado Solano nos dice que no debemos preocuparnos, sino fomentar la confianza en Dios. Cuando depositamos nuestra confianza, nuestra verdadera confianza en los partidos políticos, el poder, el dinero o cualquier otra cosa que no sea Dios, poseemos una falsa esperanza. Dios omnisciente, omnipresente y omnipotente, siempre fiel y siempre providente, merece nuestra confianza, dependencia y – como nos recuerda el Beato Solano – gratitud.
Jesús dice a los discípulos mientras se prepara para su partida que Él no los dejará – ni a nosotros – huérfanos. Esto continúa en una promesa hecha por Dios al pueblo de Dios hace siglos. Pienso en las palabras de una canción de la iglesia de los años ochenta de Carey Landry, inspirada por Isaías 49. Estas palabras me ayudan durante los tiempos difíciles. “Nunca te olvidaré mi pueblo. Te he formado de la palma de mis manos. Nunca te olvidaré; No los dejaré huérfanos. Nunca olvidaré a los míos.” Dios no nos olvida. Jesús garantiza que, por su venida, por su enseñanza, por su alivio y sanación, por su sufrimiento y muerte, por su resurrección de entre los muertos, y especialmente por su recordatorio a sus seguidores a esperar el Espíritu Santo.
Jesús dijo a sus discípulos, y estas palabras suenan verdaderas hoy: “Y yo le rogaré al Padre, y él les enviará otro Consolador que esté siempre con ustedes, el Espíritu de verdad, el mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; ustedes, en cambio, si lo conocen, porque habita entre ustedes y estará en ustedes.” Jesús ha preguntado y continúa preguntando, y el Espíritu Santo sigue viniendo y está con nosotros siempre. Confíen en el Espíritu. Sean guiados por el Espíritu. ¡Y grandes cosas seguirán ocurriendo!
Paz,
P.D. Enviamos semanalmente actualizaciones por correo electrónico de nuestra base de datos con direcciones de correo electrónico. Muchos dicen que no los reciben. Si no los ha recibido, por favor haga 2 cosas: revise su caja de spam y/o envíe un correo electrónico a [email protected] Además, todos ustedes han recibido ahora sus boletos de la rifa. El Consejo Pastoral espera que cada hogar compre al menos un boleto. Yo compraré tres. Hágalo usted también.